La belleza de las hadas
no se encuentra en ellas mismas
sino en la luz que destellan
tus ojos cuando las miras.
Se encuentra en la fresca flor
que te regaló tu hija,
aún con gotas de rocío,
al amanecer del día.
En los ojos de tu nieta
que te mira sorprendida,
cuando le cuentas un cuento
y acaricias sus mejillas.
En el pensamiento oculto
de ese libro que, a escondidas,
tú aspiras a comenzar
y culminar algún día.
En el vientre de una madre
cuando se mueve su niña,
dándole una patadita,
mientras se sienta en la silla.
Se encuentra en el corazón
de las personas sencillas
que te ofrecen su amistad,
que nunca buscan rencillas.
La belleza de las hadas
no se encuentra en ellas mismas
se encuentra en todos los sitios
a lo largo de tu vida.
* * *
Fernando Cravioto
01/11/2008
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