Esta noche moriré.

El día se acabó para mí, el atardecer me reclama

para que le acompañe hasta la oscuridad,

y allí permaneceré.

 

Lo que siento no es tristeza,

es nostalgia de lo querido abandonado,

del deber, de la exactitud, de la obediencia.

Es pereza.

 

Mi espíritu sereno, tranquilo, sosegado

se contempla en mirar de un golpe, todo:

El nacimiento, la vida, lo pasado…

y al llegar a la parte del amor,

se sonríe sin malicia, recordando al ser amado.

 

Esta noche moriré, ¡sabedlo todos!

Pero me voy con honor, con orgullo, sin enfado.

 

* * *

Fernando Cravioto

1976

 


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